Recibió la carta con mano temblorosa, aun sin levantar la mirada.

Sabía de lo que Sein hablaba, sabía lo que tenía que hacer (se lo había dicho a si mismo con toda la convicción posible mientras leía la lapida en el rio), lo tenía bien claro.

Era cierto, no podía darse la vuelta así nada más y huir. Debía quedarse y enfrentar las cosas que vinieran, porque sino Shotaro realmente habría perdido su vida en vano.

Lo mínimo que podía hacer era resolver el estúpido acertijo, y luego, si era posible, pensar en revancha.

Se limpió la cara y se las arregló para calmar su mente. Luego al fin levantó la cara y miró a su compañero.

"No, no soy un cobarde..."