Una semana. Una semana de la cual pasó los primeros dos días bajó las cobijas esperando a que cuando se asomara, viera el conocido rostro del señor Wright, con esa socarrona sonrisa diciéndole que la broma había acabado.

Los siguientes tres días los ocupó en intentar aceptar que Los Angeles simplemente no estaba en el mapa, y que su mundo ahora se veía reducido a el pequeño pueblo y sus extraños habitantes.

Los últimos dos los dedicó a un absoluto colapso nervioso, donde Django tuvo la amabilidad de permanecer con él y calmarlo lo mas posible. Lo cual era bastante incómodo, siendo que Django era un adolescente y él un adulto. Claro, luego recordó todas las veces en que Trucy hizo lo mismo y su autoestima bajó un par de puntitos más.

¿Que tenía él con los adolescentes?

Django, Zidane y ese otro chico ruidoso (vestido en una extraña armadura) se habían quedado en el restaurante del hotel mientras discutían sus nuevos planes para el grupo que habían formado. Él decidió dar una caminata por el pueblo, ahora que ya se había obligado a aceptar algunas cosas. Sus pasos lo llevaron a la entrada de la ciudad, de donde podía ver el camino que llevaba a la Ciudad Oscura...

...y bueno, ver algo moviéndose en la noche justo hacia la entrada de la ciudad y con los antecedentes de creaturas de video de Michael Jackson de este lugar, Apollo no pudo mas que rogar que si iba a morir, fuera rápido y sin dolor.